domingo, 20 de enero de 2013

Planeación de las ciudades. Ensayo de ingreso para la Maestría en Planeación Urbana y Regional de una Pontifica Universidad Javeriana en Bogotá



Como arquitecto creo en la capacidad que tiene la arquitectura de ser agente de cambio y transformación del espacio urbano y en consecuencia de la sociedad, con la consideración de proyectarse siempre hacia al futuro y buscar más que simplemente el aspecto estético, no debe conformarse con el límite de la parcela a edificar, debe ser coherente con la identidad de la ciudad. Desde nuestra profesión podemos aportar algo más, no sólo en la etapa proyectual y constructiva; también en la investigación, análisis, gestión e instrumentación de planes de desarrollo a corto, mediano y largo plazo. Se trata de proponer soluciones arquitectónicas, poner nuestros proyectos y nuestras ideas para ayudar a la construcción de ciudades que contengan sociedades democráticas, sostenibles, incluyentes, con cultura ciudadana, entre otras características que al final logren transformar todo el territorio.

El arquitecto peruano Luis Miró dice que “el urbanismo no es sino la función social de la arquitectura, es la prolongación del ejercicio de la arquitectura, del problema individual al problema colectivo”¹. La buena implementación de recursos arquitectónicos y urbanísticos pueden por sí mismos transformar las condiciones de vida de los habitantes y hacer más equitativas, eficientes y agradables las ciudades; un buen ejemplo de esto es el liderado por el arquitecto, urbanista y político Jaime Lerner, que se desempeño en dos ocasiones como gobernador del Estado de Paraná y tres como alcalde de la ciudad de Curitiba, en Brasil, convirtiendo a la ciudad en un modelo de transformación urbana, movilidad, sostenibilidad y planes sociales, entre otros; todo esto a través de la implementación de cientos de pequeñas intervenciones puntuales y con concordancia entre sí, muchas de bajo presupuesto pero de gran impacto para la ciudad y sus habitantes. http://stgo.es/2009/08/jaime-lerner-acupuntura-urbana/

Éste es uno de los tantos buenos ejemplos de transformación urbana de los cuales no sólo quisiera tener referencia, sino en un futuro cercano poder formar parte de grupos de trabajo que logren cambios similares en nuestras ciudades, dedicados a la planeación, gestión y diseño urbano. Desde la creencia de que la complejidad de la ciudad requiere de múltiples enfoques y diversas disciplinas académicas, de que es necesaria la equidad en la toma de decisiones, que tanto el gobierno como los profesionales expertos y la ciudadanía tienen el deber y el derecho de participar en la construcción del presente y futuro de la ciudad y del territorio; y así dar respuesta a las diversas necesidades y problemas de las poblaciones a través de la investigación, consulta y análisis. Pero siempre con la visión del logro de resultados concretos y tangibles, desarrollando la capacidad para conseguir que las soluciones no queden sólo en proyectos y legislaciones; sino que se materialicen mediante el seguimiento y acompañamiento de acciones, y ser capaz a largo plazo de trabajar como líder en las etapas de coordinación y ejecución de los planes creados.

Estas aspiraciones me llevan a preguntar ¿Cuál es el tipo de ciudad que queremos y qué debemos hacer con ella? Para mí uno de los temas más importantes y uno de los cuales me gustaría profundizar; es la búsqueda de una ciudad paisajísticamente pensada y la recuperación y consolidación del paisaje urbano existente, incorporando lo recreativo y paisajístico a la trama urbana, considerando la influencia de las intervenciones arquitectónicas y urbanísticas en la construcción y transformación del paisaje urbano.

Está claro que el paisaje ha sido determinante en la implantación de las ciudades de Latinoamérica. La imponencia de nuestra naturaleza es tal, que no sólo se hace presente en el entorno de los edificios, sino en ciudades completas; por ejemplo en mi país, Venezuela; no se puede separar a Caracas de El Ávila, ni a Mérida de los picos nevados, ni a Ciudad Bolívar del Río Orinoco y en Colombia no se puede separar a Bogotá de los Cerros Orientales. Porque en nuestras ciudades la envergadura del elemento natural es tal que la ciudad se pliega como un escenario secundario. La naturaleza debe estar presente en la ciudad ya que es esencial para el desarrollo humano, partiendo de la idea de que cualquier política urbana debe establecer que el entorno natural no puede ser percibido sólo como un territorio de potencial urbanización, debemos establecer otras formas de relación y convivencia del hombre con su hábitat natural, por lo que la planeación debe aprovechar cualquier desarrollo para aumentar y sobretodo mejorar los espacios públicos y naturales. Tomando en cuenta otro aspecto muy importante y vulnerable en Latinoamérica como es el factor de riesgo ambiental; para finalmente darle el protagonismo que se merece en el desarrollo de los planes urbanísticos.

La calidad de vida en las zonas urbanas depende en gran parte de la cantidad y mantenimiento de los espacios verdes y de la dotación de servicios de los mismos. El jardín y el parque, uno es íntimo y el otro es público, uno de escala arquitectónica y el otro de escala urbana; pero ambos son creaciones esencialmente humanas mediante las cuales el hombre se acerca a la naturaleza y particularmente  son temas de vital importancia para la vida urbana y para el espacio público.

Otro de los aspectos importantes y que se enlaza con el anterior, es la apropiación colectiva del territorio urbano; la ciudad debe servir para todo y para todos, debe ser incluyente, debe acabar con la segregación socio-económica y espacial, debe buscar el carácter democrático y colectivo y según mi opinión, el medio donde estas condiciones se concretan es el espacio público, que nos brinda la posibilidad de generar interacción e inclusión social y construir equipamientos de acceso para todos, impidiendo también la desaparición de la vida en público y su segregación a los lugares privados, la pérdida del territorio y del uso y disfrute del espacio urbano; lo que a su vez evita el aislamiento, mejorando así la situación de las calles, las plazas, los paseos peatonales, parques y espacios urbanos en general, siendo más frecuentados por las personas y trayendo como beneficio la disminución de la inseguridad. http://www.laciudadviva.org/blogs/?p=15716

Conseguir una ciudad más humana supone cuidar el uso del espacio urbano, lo que me lleva a un tema que ha sido determinante en la construcción del territorio, la política. Y es que a veces se fomentan políticas de corto plazo y carentes de visión de futuro; sin asumir todos los retos que la ciudad nos impone y esto se traduce en un modo ineficiente de hacer política vinculada a la ciudad, el gobierno y los ciudadanos. Una forma distinta de hacer política podría originarse concentrando los esfuerzos y las acciones en el conjunto de elementos que conforman la ciudad; a través del fomento de la gestión y planeación, la participación ciudadana y el debate crítico sobre las políticas.

Y es que en la actualidad es impensable no planificar y como parte de la planificación urbana juegan vital importancia elementos como: la vivienda, el sistema de transporte, el trazado vial, el equipamiento y servicios públicos, la zonificación de áreas de parques, plazas, y espacios verdes y urbanos en general, la actividad comercial, la cultura ciudadana, la inclusión social, la seguridad y muchos más. Sin embargo; las decisiones de los diferentes gobiernos, promotores inmobiliarios y la construcción informal afectan el paisaje urbano de las ciudades; sumado a esto los mecanismos existentes o inexistentes que regulan la toma decisiones a través de los planes de ordenamiento y desarrollo urbano y regional en muchos casos no son lo suficientemente específicos en algunos temas que podrían dar más herramientas y mejorar las intervenciones que se realizan en las ciudades.


Muchos de los gobiernos latinoamericanos se han acercado a la arquitectura y a la ciudad a través del problema del habitad, el cual es uno de los más graves en nuestras ciudades, incluyendo en sus programas de gobierno el número de viviendas de interés social que proponen construir anualmente y es que los efectos de la política y la economía han sido factores determinantes a lo largo de la historia de la arquitectura y del desarrollo de las ciudades. Porque “en las relaciones entre política y arquitectura existen posiciones extremas. Una que sostiene que la arquitectura es un hecho autónomo, específico y especializado, en donde la política no cabe. Otra, contraria, sostiene que la arquitectura es solo el reflejo material y espacial de las condiciones políticas, económicas y sociales”.² Pienso que se puede lograr un vínculo entre la arquitectura y la organización política y económica de la sociedad, donde ambas partes sean actores importantes; pero para esto los profesionales involucrados debemos estar cada vez más preparados en los temas de planeación y gestión; acercarnos a la política como instrumento para el crecimiento y desarrollo de las ciudades; trabajando en la creación de normativas y planes que regulen la dinámica de expansión de las metrópolis y así; sin importar las condiciones o gobiernos que se presenten en un momento específico de la historia de un país sea posible dar continuidad a los planes y proyectos existentes y que de esta manera se pueda hacer buena arquitectura, construir espacios públicos de calidad, vivienda digna, infraestructura y obtener como resultado un mejor porvenir. 

Algunas de las políticas que se han realizado en los últimos años en Venezuela son replicas de intervenciones urbanas que han sido exitosas en ciudades colombianas, sobre todo en el tema de la movilidad como: el sistema de transporte masivo Transmilenio en Bogotá y el metro cable de Medellín; sin embargo, no han sido adaptadas correctamente a la realidad local, por lo que no han tenido el impacto ni resultado esperado; y mucho menos cercano a los efectos obtenidos en Colombia. Y es que la diferencia está en que en Colombia estos proyectos han ido acompañados de una importante transformación urbanística que ha contribuido a ordenar el paisaje urbano de la ciudad y a transformar la calidad de vida y comportamiento de sus habitantes; en cambio en Venezuela los temas de arquitectura, del espacio urbano y de su gestión y mantenimiento en las últimas décadas en la mayoría de los casos han sido utilizados para dar una falsa imagen de transformación urbana de la ciudad y de la calidad de vida de los ciudadanos.

Evidentemente las problemáticas de la ciudad no sólo pueden ser resueltas desde la planeación urbana y regional, ni pretender resolver todas las dificultades sociales, económicas y políticas de las poblaciones a través de la arquitectura; sin embargo,  juegan un rol muy importante en la solución, en la transformación urbana y sobretodo en la construcción de la cultura ciudadana. Además, son herramientas que nos permite tener a la ciudad en constante revisión y tener una perspectiva clara de los cambios y transformaciones por venir.

He visto en Caracas, que es mi ejemplo más inmediato, como pasó de ser una de las ciudades más modernas y avanzadas en planeación en Latinoamérica al estado actual donde la infraestructura, equipamientos y servicios están colapsados. Donde las normativas que regulan el desarrollo de la ciudad pierden vigencia, trabajos de años de investigación con propuestas concretas y enriquecedoras para la ciudad y sus habitantes terminan siendo desconocidos, archivados y olvidados; lo que ha llevado en muchos casos a que sean los ciudadanos que de manera intuitiva hayan marcado el crecimiento de la urbe, manifestándose en las diferencias estéticas existente, en la falta de coherencia entre las municipalidades; lo cual se hace notorio al recorrer la ciudad. A esto se le suma la falta de conexiones norte-sur, producto de la grieta generada por el río Guaire y la autopista, que dividen el valle en sentido longitudinal y el contraste existente del este con el oeste de la metrópolis caraqueña; observando de un lado una ciudad medianamente planificada y del otro, una autoconstruida; lo que ha tenido como consecuencia que la inseguridad se adueñe de la ciudad y los ciudadanos hayamos perdido nuestra cultura urbana y la apropiación del espacio público, donde el mayor atractivo y esperanza del valle es El Ávila.

Éstas son algunas de las problemáticas y carencias que son visibles a simple vista en mi ciudad natal, que a su vez están asociadas a los temas que me preocupan y me interesan profundizar y que creo pueden ser solucionados sí los actores involucrados estuviésemos más preparados y dispuestos a trabajar en equipo en su transformación; con la conciencia de que se requiere la participación y el esfuerzo de todos, ya que tenemos los recursos y el potencial para lograrlo. No puede ser que las políticas populistas sean las que definan el destino de nuestras ciudades y que se aprueben y ejecuten proyectos que no cumplen ningún parámetro urbanístico, ni han sido producto del estudio e investigación o de la realización de planes especiales. Esto se ha ido incrementando; lo que ha traído como consecuencia que “la demanda ciudadana se concentra en solicitar respuestas básicas: sobre la seguridad, el tráfico y los servicios. Salvo escasas excepciones ningún alcalde reciente se ha destacado por la gestión urbana ni por la calidad de propuestas entorno al espacio público. Esto último toca el tema de la diferencia entre la política y las políticas. Por políticas entendemos gestar y realizar acciones sobre determinados temas, incluyendo la estrategia para realizarlos”.³

Es evidente que las iniciativas promovidas por la administración de la ciudad de Bogotá, se han convertido en referentes de transformación urbana y ciudadana; por lo que han sido reproducidas en otras ciudades colombianas y de otros países de Latinoamérica, como es el caso venezolano; además, actualmente Colombia está más adelantada en temas referidos a la planeación urbana y regional, diseño urbano e investigaciónque Venezuela y con resultados innegables.

Para finalizar, creo que son pocas las oportunidades que se presentan en ciudades como las nuestras de hacer proyectos urbanos de gran trascendencia e impacto; no sólo por su magnitud; sino por las implicaciones que tienen política, económica y socialmente, por lo cual como profesionales dedicados a la construcción de las ciudades debemos tomar en cuenta todos los temas relacionados y desarrollarnos en áreas especificas de la planificación para trabajar en la mejora de nuestras ciudades, y como consecuencia tener una mejor calidad de vida urbana.


Citas:


¹ MONTANER; Josep. Arquitectura y crítica en Latinoamérica. Nobuko, Argentina 2011.

² ³ POLITO; Luis. La Arquitectura en Venezuela. Fundación Bigott, Venezuela 2004.





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